Para las nuevas generaciones, la llamada
“Transición democrática” que tuvo lugar en España entre 1976 y 1982 es
lamentablemente una gran desconocida, y en la segunda década del siglo XXI,
poco a poco va siendo convenientemente ignorada, tan sólo esporádicamente
recordada por el fallecimiento de alguna personalidad de la época.
A pesar de las connotaciones claramente
políticas de este periodo, hubo elementos sociales también muy destacados, que
incluso traspasaron fronteras locales. Este es el caso de José Pérez OCAÑA,
conocido como simplemente Ocaña,
aunque si se busca su apellido en Internet, aparece la población ubicada en la
provincia de Toledo. Gracias al filme de Ventura Pons: Un hombre llamado Flor de Otoño y a la magnífica interpretación
de José Sacristán, su personalidad y su obra fue ampliamente difundida.
Ocaña fue un personaje polémico, transgresor y
reivindicativo, de gran importancia en la transición española, representante de la libertad que tanto se ansiaba en
aquella época, pero cuya faceta
artística casi puede aplicarse el calificativo de desconocida.
SETBA ZONA D’ART, le dedica a un necesario homenaje, a través de la muestra “Ocaña, àngels i dimonis” (Ocaña, ángeles y
demonios). Se trata de la segunda
exposición, encabezada por la figura y obra del controvertido artista, que la
galería ha programado des de su inauguración en noviembre de 2007.
La muestra, que puede ser
visitada hasta finales de abril, la conforman una cincuentena de piezas de
su viaje a París y otros de Cantillana, pero también algunos retratos
realizados en Barcelona. La exposición cuenta con una serie de fotografías del
pintor, realizadas por Colita, Miquel Arnal y Toni Catany en los años 70, y que Setba pone
a la venta.
Ocaña, bisexual reconocido y
orgulloso de serlo, abandonó en 1971 su pueblo natal debido a la intolerancia y
la marginación, y se trasladó a Barcelona. En la Ciudad Condal se estableció en
el inmueble donde actualmente se encuentra Setba, en la emblemática Plaza Real.
Durante esos años vivió una vida al
límite, como muestran las imágenes de la exposición, sus propios ángeles y
demonios, y se convirtió en un icono de aquella Barcelona
canalla y extrema.
Es este parte
del texto de la nota de prensa que facilita Setba Zona d’art. Pero vista la
exposición, resultan un tanto frías estas palabras ante la sensibilidad y el
estilo del artista, completamente autodidacta.
Si bien pictóricamente su pintura
puede clasificarse de “naïf”, sus dibujos sorprenden por un trazo ligero y
ágil, especialmente en sus retratos, siendo más estereotipados sus paisajes al
natural, realizados o bien al carboncillo,
lápiz o ambos.
Ocaña sorprende por su extremismo; habilidoso con
la costura, el maquillaje, el dibujo o la pintura, de pincel y de brocha gorda
– esta última le permitía subsistir - su
temperamento y su anarquía con el ambiente que le rodeaba -era un personaje de las Ramblas, se travestía sin ningún tapujo a plena luz del día con una mezcla de
andaluza y de religiosidad típica de su tierra – le hicieron vivir situaciones penosas como
insultos y detenciones. Una vida al límite, pero también de sufrimiento, cuya tristeza queda reflejada en su mirada, y
de la que sus dibujos son testimonio.
Acontecimientos
lejanos en el tiempo, superados casi incomprensibles en una sociedad distinta,
teóricamente más permisiva pero en realizad más esclavizada, donde cualquier
intento de ser distinto, de liderar algo nuevo, queda inmeditamente absorbido
por el sistema.
Una muestra simple por
su formato pero densa e intensa de contenido, de un tiempo y un país que ya no
es el nuestro.
Marta Teixidó
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