11 d’abril 2012

Homenaje a Ocaña, por Marta Teixidó



Para las nuevas generaciones, la llamada “Transición democrática” que tuvo lugar en España entre 1976 y 1982 es lamentablemente una gran desconocida, y en la segunda década del siglo XXI, poco a poco va siendo convenientemente ignorada, tan sólo esporádicamente recordada por el fallecimiento de alguna personalidad de la época.

A pesar de las connotaciones claramente políticas de este periodo, hubo elementos sociales también muy destacados, que incluso traspasaron fronteras locales. Este es el caso de José Pérez OCAÑA, conocido como simplemente Ocaña, aunque si se busca su apellido en Internet, aparece la población ubicada en la provincia de Toledo. Gracias al filme de Ventura Pons: Un hombre llamado Flor de Otoño y a la magnífica interpretación de José Sacristán, su personalidad y su obra fue ampliamente difundida.

Ocaña fue un personaje polémico, transgresor y reivindicativo, de gran importancia en la transición española, representante de la libertad que tanto se ansiaba en aquella época, pero cuya faceta artística casi puede aplicarse el calificativo de desconocida.

SETBA ZONA D’ART, le dedica a un necesario homenaje, a través de la muestra “Ocaña, àngels i dimonis” (Ocaña, ángeles y demonios). Se trata de la segunda exposición, encabezada por la figura y obra del controvertido artista, que la galería ha programado des de su inauguración en noviembre de 2007.

La muestra, que puede ser visitada hasta finales de abril, la conforman una cincuentena de piezas de su viaje a París y otros de Cantillana, pero también algunos retratos realizados en Barcelona. La exposición cuenta con una serie de fotografías del pintor, realizadas por Colita, Miquel Arnal y Toni Catany en los años 70, y que Setba pone a la venta.

Ocaña, bisexual reconocido y orgulloso de serlo, abandonó en 1971 su pueblo natal debido a la intolerancia y la marginación, y se trasladó a Barcelona. En la Ciudad Condal se estableció en el inmueble donde actualmente se encuentra Setba, en la emblemática Plaza Real. Durante esos años vivió una vida al límite, como muestran las imágenes de la exposición, sus propios ángeles y demonios, y se convirtió en un icono de aquella Barcelona canalla y extrema.

Es este parte del texto de la nota de prensa que facilita Setba Zona d’art. Pero vista la exposición, resultan un tanto frías estas palabras ante la sensibilidad y el estilo del artista, completamente autodidacta.  Si bien pictóricamente su pintura puede clasificarse de “naïf”, sus dibujos sorprenden por un trazo ligero y ágil, especialmente en sus retratos, siendo más estereotipados sus paisajes al natural, realizados o bien al carboncillo,  lápiz o ambos.

Ocaña  sorprende por su extremismo; habilidoso con la costura, el maquillaje, el dibujo o la pintura, de pincel y de brocha gorda – esta última le permitía subsistir - su temperamento y su anarquía con el ambiente que le rodeaba  -era un personaje de las Ramblas, se travestía sin ningún tapujo a plena luz del día con una mezcla de andaluza y de religiosidad típica de su tierra – le hicieron vivir situaciones penosas como insultos y detenciones. Una vida al límite, pero también de sufrimiento,  cuya tristeza queda reflejada en su mirada, y de la que sus dibujos son testimonio.

Acontecimientos lejanos en el tiempo, superados casi incomprensibles en una sociedad distinta, teóricamente más permisiva pero en realizad más esclavizada, donde cualquier intento de ser distinto, de liderar algo nuevo, queda inmeditamente absorbido por el sistema.

Una muestra simple por su formato pero densa e intensa de contenido, de un tiempo y un país que ya no es el nuestro.

Marta Teixidó